“Sin duda, sale más barato y hasta gratis cuando paga el pueblo”; frase que define el actuar del sujeto que actualmente juega a ser gobernador de San Luis Potosí, Ricardo Gallardo Cardona, mismo que desde que llegó al cargo en 2021 no ha dado resultado alguno que ponga a la entidad a la vanguardia en algún rubro que sirva para medir el mejoramiento de la calidad de vida de los potosinos.
Desde que llegó al gobierno del estado, producto del voto de castigo a los partidos políticos de antaño, Gallardo Cardona no ocultó cuál sería el estilo que caracterizaría su forma de llevar las riendas de la entidad, pues además de poner en direcciones de seguridad y protección civil a sujetos que ‘mandaban’ en los penales de Sonora y Guanajuato en los que estuvo recluido, dejando en claro que se dedicaría al pago de favores y cuotas, comenzó a gastarse el dinero del erario en ocurrencias y gustos meramente personales alejados de los intereses y necesidades de la sociedad en general.
Pero no nos vayamos tan atrás, este año, el sujeto que juega con la vida y el futuro de los potosinos, creyendo que sus gustos y necesidades son las del pueblo, no escatimó en invertir recursos, que no son suyos, para organizar y llevar a cabo una más de sus ocurrencias y fanfarronerías que le sirvan para ocultar su desastre de gobierno, pues dentro de su círculo al parecer ya ha quedado claro que carece del intelecto y liderazgo para tomar desiciones que beneficien en lo colectivo.
Es por eso que la FENAPO, o Feria Nacional Potosina, fue el pretexto perfecto que Ricardo Gallardo necesitaba para distraer a la población del hundimiento que vive la entidad gracias a su fracasado liderazgo.
Gallardo Cardona convirtió, en meses, a todo su gobierno en un organizador de eventos públicos. A unos les encomendó los locales de comida; a otros los puestos de juegos de hazar; otros los locales de bebidas alcohólicas; a unos cuantos los puestos ambulantes; otros los juegos mecánicos y a los más rayados, su círculo más íntimo, la contratación de artistas que van desde los de mediano y alto nivel, hasta los internacionales como Ricky Martín y Mark Anthony.
En pocas palabras, Ricardo Gallardo, convirtió el Palacio de Gobierno en una agencia de entretenimiento en donde hoy en día todos los burócratas en la nómina del gobierno estatal se dedican a atender las necesidades de la FENAPO, el pueblo entretenido en su feria local, no se ha dado cuenta, o no ha querido, de que ya no existe el gobierno estatal como antes se conocía.
Muchos dirán, es lo que elegimos, o el típico “los de antes robaban más” o “antes todo se lo robaban”, y puede ser que tengan razón, si el gobernador decide desacatar todas las responsabilidades que como gobernante tiene y el pueblo se lo permite, quizás no haya problema, siempre y cuando el circo con cargo al erario sea montado con responsabilidad y transparencia, creo yo.
El problema surge cuando por el exceso de ego, la corrupción y la irresponsabilidad se pone en peligro la vida de las personas, tal como sucedió este miércoles 21 de agosto, cuando la rueda de la fortuna tuvo una falla mecánica y derivado de esta una mujer de 39 años perdió la vida, algo que jamás tuvo que haber sucedido.
Pero, ¿cuál es la responsabilidad de Ricardo Gallardo en esto? Fácil, la rueda de la fortuna no cumplía con las certificación de Protección Civil nacional, solo de la local, pues obviamente es feria al ego local; era operada por un menor de edad que hoy se encuentra detenido y próximo a ver vinculado a proceso por homicidios culposo; y por última, la peor, la rueda de la fortuna tiene al menos 50 años de vida, y hoy se sabe que es vieja y discontinuada, y lo peor, es que según expertos en protección civil ya no debería de estar operando desde hace al menos 15 años.
Fue fácil para quien recibió la encomienda de Ricardo Gallardo conseguir una rueda de fortuna barata, la más barata del mercado nacional, darle una pintadita y ponerle luces nuevas para que se viera ‘despampanante’, tal como le gustan las cosas al gobernador buchón de México, para después abrirla al público y esperar a que lo peor sucediera…
La reflexión aquí es, ¿Es válido que por ego, hambre de poder y la necesidad de atención, un gobernador ponga en riesgo la vida de la población con tal de cumplir con uno más de sus caprichos con cargo al erario? ¿Se vale que los potosinos paguen con su propio dinero poner en riesgo su vida y la de su hijos solo para que el gobernante alimente su ego personal? ¿Hasta cuándo continuarán permitiendo esto los potosinos?
Por Carlos Domínguez