Ciudad de México, 4 de octubre (NACIÓN 14).- Hubo una vez que Ana Gabriela era la diosa mundial de la velocidad en los 400 metros planos. Sus competencias paralizan a todo México.
El pueblo tenía el alma en vilo cuando corría.
Tanto que supo amarga la medalla de plata que obtuvo en la olimpiada de Atenas 2004. El inconsciente colectivo acariciaba el oro.
Mas hace más de una década, aquellos momentos de gloria deportiva han sido sepultados por los dos ambiciosos demonios, losas, de la llamada Saeta Sonorense: dinero y poder… pese a ser gris funcionaria y opaca legisladora.
Atrás ha quedado su historia como humilde vendedora de tamales, en su adolescencia, cuando acompañaba a su madre, Ana María, en las calles de ciudad de Nogales, para financiar el basquetbol deporte que originalmente practicó.
A sus 42 años, pasó de ser divinidad de las pistas a deidad demoniaca de la política. Ahora, su máximo sueño es ser gobernadora, pese a que sólo tiene secundaria terminada.
Algunos analistas osan poner en tela de juicio la vida de Ana Guevara en las pistas, poco más de una década. Porque, argumentan, daba su máximo esfuerzo cuando había dinero de por medio, como la Golden League.
No así cuando competía por México.
Guevara Espinoza, titular de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade), también tiene abiertas cuatro carpetas de investigación desde la Secretaría de la Función Pública por presunta corrupción.
Por ese motivo, fue una de las primeras del actual gobierno en comparecer ante la Comisión del Deporte de la Cámara de Diputados. Ahí, en una sesión realizada en marzo pasado, se mostró altanera, soberbia, berrinchuda.
Incluso grosera.
Eso sí hay que elogiar que ese día se afanaba en parecer femenina: maquillada, uñas bien cuidadas y no tenía un pelo fuera de lugar.
Vaporosa, ella. Iba enfundada en un vestido verde con botonadura dorada al frente.
En días pasados, Ana Guevara volvió a estar en la picota de redes sociales a raíz de que el Sistema de Administración Tributaria (SAT) le condonó poco más de nueve millones y medio de pesos.
Levantó ámpula.
Aquel pueblo que la alabó, hasta la idolatría, ahora la denuesta hasta la ignominia.
Los cibernautas coincidieron en exigir, mínimo, su renuncia.
De ser así volvería a la Cámara de Diputados, pues como legisladora tiene licencia para dirigir la Conade.
No se olvida que su designación como titular de la Conade le provocó escozor entre los propios miembros del equipo de trabajo del presidente López.
Algunos de ellos salivan por relevarla en el cargo.
Ana justificó que el perdón fiscal fue debido a “un error” de su contador. Incluso, aclaró que dicho benefició fue porque estaba para representar a México, no para supervisar sus cuestiones contables.
Cuando Ana aún corría.
Cuestionado sobre el hecho de que los nombres prominentes miembros de la Cuarta Transformación, Ana Guevara, entre ellos, aparecieran entre los personajes beneficiados con la condonación de impuestos, el presidente López Obrador minimizó el entuerto.
“Eran legales”, atajó, en los gobiernos anteriores.
Ipso facto, Felipe Calderón rechazó el pasado miércoles, a través de un comunicado publicado en su cuenta de Twitter, haber realizado actos de condonación de impuestos a favor de alguien durante su administración, como sugirió AMLO.
Y sí, a diferencia de su intachable, en apariencia, carrera deportiva como velocista, Ana Gabriela Guevara ha marcado su trayectoria política con tumbos y saltos. Sostiene una permanente carrera con obstáculos, gracias a sus irredentos demonios.
Aquí algunas perlas:
Quedó a deber en la Ciudad de México, cuando como funcionaria abandonó el gobierno de Marcelo Ebrard para irse de comentarista de deportes para los Juegos Olímpicos de Beijing 2008.
En febrero de 2012 un juez concedió una orden de captura contra Guevara Espinoza por evasión fiscal. El daño al fisco fue calculado en al menos 600 mil pesos.
La exvelocista fue buscada por elementos de la Procuraduría General de la República (PGR). La persecución ocurrió cuando Ana Gabriela era precandidata del PRD al Senado.
Justo cuando estaba lista la orden de aprehensión contra la subcampeona olímpica, Andrés Manuel López Obrador la arropó con una nominación.
En entrevista con Carmen Aristegui, el ahora presidente electo aceptó: “La única candidata que yo designé con el poder de mi dedo fue a Ana Guevara, y se lo pedí al PT”.
Un mes después de las elecciones de julio de 2012, fue blanco de burlas porque tuvo un grave equívoco.
Acudió a rendir protesta en la Cámara de Diputados, en San lázaro, donde le explicaron que ella era senadora y, por lo tanto, le correspondía hacer acto de presencia en la sede del Senado, en Paseo de la Reforma, a casi ocho kilómetros der distancia.
También causó polémica en 2015 cuando promovió el voto en favor del PRI rumbo a la renovación de la gubernatura de Sonora que ganó Claudia Pavlovich.
Además de los récords conseguidos en su carrera como atleta, Ana Gabriela tiene uno más de legisladora. Cuando era senadora: hizo uso del boleto de avión más caro de la actual Legislatura pasada. Viajó a Accra, capital de Ghana, con todos los gastos pagados, para ir a una reunión con políticos de ese país y estar presente en un evento deportivo, específicamente en un maratón.
El viajecito tuvo un precio cercano a los 300 mil pesos, viáticos incluidos, de acuerdo con los reportes financieros del Senado.
Ana Guevara, angelical demonio.Y lo que falta.
