Desde 1968 México acaricia una quimera: ganar medalla olímpica de oro en box. Por eso, la cuarta transformación que encabeza el presidente Andrés Manuel López Obrador, sería capaz de vender su alma al diablo por conquistar otra presea dorada en Tokio 2020.
Ya hizo pública una petición, a través de la Comisión Nacional de Boxeo, a cargo de Miguel Torruco, quién pidió sumar boxeadores profesionales en ese afán. Cuando, tradicionalmente solo compiten amateurs. Y que, como hizo el Río 2016, el Comité Olímpico Internacional abrió al pugilismo de paga rumbo a la próxima olimpiada.
López Obrador ha hecho de tres deportes su capricho sexenal: beisbol, su preferido, atletismo y boxeo. Tanto que destinó 500 millones de pesos extra a esas disciplinas.
En la misiva, el gobierno del presidente López pide a los púgiles profesionales mexicanos renunciar al dinero en aras del honor patrio.
Argumento que suena a impostura. Afán perverso, patriotero, de colgarse medallas que son mérito ajeno. Como sucedió con los medallistas Panamericanos de lima 2019.
Honor patrio reducido a una medallita. Reflejo de la pequeñez del presidente López. De las 69 medallas conseguidas en la historia de juegos olímpicos, 13 son de oro. La última presea dorada fue conseguida por los Ratoncitos Verdes en Londres 2012. Cifra que contrasta con los mil 127 metales dorados de Estados Unidos.
El honor patrio no se juega en una medalla olímpica. Llama la atención que sólo sea el boxeo donde se pone de por medio la honra nacional y se soslayan los demás deportes. Y cómo pedir a los atletas que se inmolen, deportivamente hablando, cuando la mayoría de ellos se financian con sus propios recursos.
De manera ilusa el presidente de la República creía que Andy Ruiz, primer mexicano campeón de peso completo, o el multicampeón y multimillonario, Saúl ‘Canelo’ Álvarez podrían hacer el milagro de conseguir la adorada presea dorada.
Se verían obligados a sufrir el síndrome de Juan Escutia: lanzarse envueltos en la bandera del pundonor patrio desde lo alto de una arena de box.
Ni tardos ni perezosos ambos campeones dieron la espalda a la petición presidencial. Palabras, más menos, coincidieron en afirmar por separado, que no desean quitar el sueño olímpico a otro atleta mexicano.
Y Andy Ruiz ya lo vivió en carne propia: quedó eliminado para Beijing 2008.
La verdad es otra. Corren riesgo de perder un combate en la justa cuatrienal. Y los colocaría en la picota mundial. Amén de que podrían en riesgo su carrera deportiva. Difícilmente ganarían a un rival estadounidense o de algún país socialista, Cuba en particular, en una justa olímpica. Su boxeo amateur está al nivel del pugilato mundial.
Sobre todo el polémico Canelo, ídolo del barro. Por lo general enfrenta rivales a modo de la Golden Boy Promotions, de Oscar de la Hoya. Sus peleas son tongos –combates arreglados— a la brillante sombra de la Televisión.
Doña tele es la que manda.
En el caso del Canelo, es casi imposible que se caiga un convenio de cinco años y 365 millones de dólares que firmó con una empresa DAZN de Instagram a cambio de 11 peleas.
Hablamos de la friolera de unos siete mil millones de pesos.
En el boxeo olímpico, eso sí, es casi impensable una pelea arreglada.
Un ex campeón nacional pluma, Enrique García, fallecido en diciembre pasado, que formó parte de la época de oro del boxeo nacional, en redes sociales, comentaba que en aquel entonces, Canelo sería sólo un buen sparring o preliminatista en funciones boxísticas.
Basta mirar su pelea en Youtube contra Floyd Maywhater, en septiembre de 2013, para constar las palabras de Enrique García.
El presidente del CMB, Mauricio Sulaimán, denunció el entuerto de apelar al patrioterismo de la Cuarta Transformación. Y amenazó con suspender dos años a los boxeadores que avala su organismo que compitan en Tokio.
A él también se le podría caer el negocio. Corre el riesgo, también, de que pierda algún campeón avalado por el CMB.
Incluso Sulaimán se confrontó con Torruco, presidente de la Comisión Nacional de Box, y el titular de la Federación Mexicana de Boxeo Amateur, Ricardo Contreras, quienes respaldaban la petición presidencial de apelar a la gloria nacional de los boxeadores profesionales.
El titular del CMB, argumentó que el boxeo es diferente a los demás deportes olímpicos. Dejó entrever que enfrentar a un profesional contra un amateur pone su vida en riesgo.
Una medallista, pues, por la honra de México.