Cómo olvidar que hace apenas dos años el entonces Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador “secuestró” por unos minutos al Presidente de EEUU, Joe Biden; al primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, y a sus esposas.
AMLO se encontraba presumiendo a sus homólogos de Norteamérica la belleza de Palacio Nacional y su riqueza histórica, incluido el popular elevador presidencial, cuando de repente los invitó a entrar para tomarse una fotografía; instantes después, el mexicano activó el botón de “bajar” y los tres mandatarios desaparecieron lentamente de los ojos de los cuerpos de seguridad que no sabían qué estaba sucediendo.
Este hecho volvió locos a los agentes del Servicio Secreto de EEUU y los canadienses, quienes corrieron en busca de las escaleras que los llevara al destino final del elevador, pero entre su desesperación y el desconocimiento del histórico lugar no encontraban la ruta a las escaleras de descenso, hasta que un joven guarda militar mexicano les dijo “es por aquí” con cara de sorpresa al ver a los agentes ‘gringos’ con caras de angustia.
Instantes después, y antes de que algún agente lograra acercarse para bajar por esas frías y antiguas escaleras de piedra, los mandatarios y sus esposas comenzaron a subirlas entre risas -casi a carcajadas- como si fueran unos niños que se acababan de salir con la suya, donde la barrera del idioma no existía, donde las sonrisas se convirtieron en el leguaje universal.
Ese, ese era López Obrador.