Ciudad de México, 6 de enero de 2020 (NACIÓN 14).- Risas y llanto, malabares y golpazos, regaños y porras fue lo que se vivió en las primeras horas del 6 de enero cuando miles de niños y niñas gozaban los regalos que les dejaron los Reyes Magos.
En el rostro, se podía observar los estragos de la desmañanada (grandes ojeras y soñolientos) que se dieron los padres y madres que de manera infructuosa intentaban que los chiquitines se durmieran y de paso, algunos realizaran las compras de último momento aprovechando las ofertas.
Visiblemente cansados, pero con un rostro de satisfacción y alegría, papas, mamás y tíos cómplices, observaban a los niños y niñas que jugaban en la calle con sus tradicionales juguetes como las pelotas, patines, bicicletas, muñecas hasta llegar a los más sofisticados como robots de batalla, tablets, videojuegos y otros más.
-Ándele mija… no le tenga miedo a la bicicleta, pedaleé duro para que no se vaya a caer-, le decía un papá a su hija quien en medio de sollozos seguía las instrucciones para equilibrarse y “no darse en la torre en la bici”.
Y no faltaban los gritos de “bolita por favor…”, “Aguaaaasss”, “boooolasss” y “Santo maaa…ndarriazo que se dio” en las calles de la ciudad, todo era bullicio, risas y algunos llantos.
“No tenía ni 20 minutos de haber conciliado el sueño cuando escuché las risas y gritos de mis hijas que estaban abriendo sus regalos”, comentó Alberto quien observaba atento a Luisa y Marisol que intentaban patinar.
Si, hoy fue un día en el que los ayudantes de los Reyes magos, visiblemente cansados, miraban a sus hijos lucir sus juguetes. Y aún, faltaba dar el último jalón con la Rosca de Reyes… pero, “Sólo denme una horita de sueño y voy por su rosca”, comentó Alberto a sus hijas mientras se encaminaba a la sala de su casa para echarse un coyotito.